Los orígenes de esta celebración provienen de la civilización egipcia, donde la Diosa Isis, conocida como la “Gran Madre” era objeto de culto y homenaje. En la antigua Grecia era la Diosa Rea, madre de los Dioses del Olimpo, y en el Imperio Romano se rendía culto a la Diosa Cibeles, la Diosa Madre.
El catolicismo en Europa transformó esas celebraciones en honor de las diosas madres y lo trasladó a la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret. El 8 de diciembre de 1954, el Papa Pío IX declaró que en esta fecha se celebrara el Día de la Madre, en honor a la Inmaculada Concepción. De hecho, en algunos países, como en Panamá se sigue celebrando el Día de la Madre el 8 de diciembre.
En Estados Unidos dos mujeres influyentes lucharon para que se reconociera el Día de la Madre. Fueron la poetisa y activista Julia Ward Howe y Anna Reeves Jarvis. Ésta última encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos. Y finalmente tuvo resultados. El presidente estadounidense Woodrow Wilson declaró oficialmente en 1914 que el Día de la Madre se celebraría el segundo domingo de mayo.
En España por aquél entonces el Día de la Madre se celebraba el 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción. Fue a raíz de la declaración oficial de Woodrow Wilson cuando se planteó una distinción de celebraciones: por un lado, la Inmaculada Concepción y por otro el Día de la Madre como celebración de la maternidad.
Es en el año 1965 cuando el Día de la Madre se traslada al primer domingo de mayo, tal y como lo conocemos actualmente.