El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su partido de izquierda, Morena, han sufrido una serie de derrotas políticas últimamente, lo que ha dado esperanzas a muchos de sus críticos de que la oposición ganara las elecciones presidenciales de 2024.
Pero la oposición podría estar cayendo en una trampa, que podría arruinar sus posibilidades de ganar.
Semanas atrás, López Obrador perdió un voto clave en el Congreso cuando los partidos de oposición se unieron para negarle la mayoría de dos tercios que necesitaba para aprobar una reforma constitucional que habría limitado las inversiones privadas en la industria energética.
Los legisladores de oposición, eufóricos, celebraron su victoria cantando el himno nacional. López Obrador, a su vez, califico el voto opositor de un acto de “traición” a la patria.
De hecho, la reforma constitucional propuesta por el presidente habría ahuyentado aún más las inversiones nacionales y extranjeras, y habría aumentado el gasto público en empresas estatales deficitarias y plagadas de corrupción.
Una semana antes, el 10 de abril, López Obrador había sufrido otra derrota política cuando solo el 18 por ciento de los mexicanos se presentaron a votar en un referéndum revocatorio que había impulsado el presidente.
Si bien López Obrador obtuvo el 90 por ciento del voto, solo votaron por él 15 millones de personas, o sea la mitad de los 30 millones que votaron por el en 2018.
Estos dos reveses gubernamentales se produjeron después de las elecciones legislativas de 2021, en las que el partido de gobierno Morena perdió decenas de escaños en el Congreso. Morena todavía tiene más de la mitad de los escaños en el Congreso, pero no logro la mayoría de dos tercios que necesitaba para aprobar reformas constitucionales.
Aun así, todavía no apostaría a que ni López Obrador ni su partido pierdan en el 2024. El presidente, que ha prometido no presentarse a la reelección, pero se espera que designe al candidato de su partido, sigue siendo relativamente popular.
Gracias a los subsidios estatales y su demagogia populista, todavía tiene más del 50 por ciento de apoyo en las encuestas.
Mas importante aún, López Obrador es un maestro de la distracción, que constantemente saca de la galera nuevas controversias para desviar la atención de los problemas más grandes de su país. Y la oposición cae constantemente en su trampa.
Los partidos de oposición de México han centrado gran parte de sus energías últimamente en la lucha contra la reforma energética, el referéndum revocatorio, y otras iniciativas absurdas de López Obrador, como exigir que España emita una disculpa oficial por su conquista de México hace más de 500 años, o que Austria devuelva a México el penacho del emperador azteca Moctezuma.
En otras palabras, López Obrador está controlando la agenda política de México a su antojo y desviando la atención pública de temas más importantes, como la falta de crecimiento económico, el aumento de la pobreza, el alza de la inflación y los altos niveles de violencia.
Aunque López Obrador había prometido hacer crecer la economía de México a un 4 por ciento anual, en sus primeros tres años de gobierno la economía no creció, según cifras de la ONU.
Este ano, se espera que la economía de México crezca solo un 2 por ciento, por debajo del promedio de América Latina, según nuevas estimaciones del Fondo Monetario Internacional.
La inflación llego a 7.4 por ciento en marzo, su nivel más alto en más de dos décadas. La pobreza aumento en más de 3,8 millones durante los primeros tres años en el poder de López Obrador, según datos oficiales.
Y el número de los homicidios, que López Obrador había prometido reducir significativamente, se mantiene en más de 33.000 al año.
Si la oposición de México quiere derrotar al partido populista de López Obrador en 2024, tendrá que unirse -como lo hizo en la votación en el Congreso- y evitar caer en las tácticas de distracción del presidente.
Al igual que lo que hizo López Obrador cuando era candidato opositor, cuando fustigaba a los gobiernos por no lograr tasas de crecimiento del 4 por ciento anual, la oposición tendría que centrar su mensaje en un solo tema: la falta de crecimiento económico.
Si la oposición sigue dejando que el presidente fije la agenda, le costara ganar las próximas elecciones.