En 1976, Peter R. Thompson, de 14 años, cursaba noveno grado en la escuela secundaria regional Pentucket en Massachusetts. Como parte de una clase de oceanografía, escribió una breve nota, la selló en una botella de vidrio de Pepsi y la hizo lanzar al Atlántico por la Guardia Costera. La tarea debía ser un experimento científico.
El mensaje decía: “Soy estudiante de noveno grado de la escuela secundaria regional de Pentucket. Este es un experimento científico porque estoy en un curso de oceanografía. ¿Podrían enviar esto a la dirección que aparece al final e indicar dónde lo encontraron, qué día, a qué hora y cómo? Fue lanzado por un barco de la Guardia Costera en mayo de 1976”. Esa nota viajó más de 1600 kilómetros antes de ser descubierta por los hermanos Clint y Evan Buffington durante un viaje a una isla remota de las Bahamas. Clint contó, describiendo el momento: “Un hermoso día soleado, las olas rompían, el sol brillaba sobre el agua, ni una sola nube en el cielo. De repente, mi hermano nos dijo algo como: ‘No van a creer lo que acabo de encontrar'”. Dentro de la botella, encontraron la nota cubierta de arena, amarronada por el tiempo, pero aún legible. Les impresionó su potencial, no solo como reliquia, sino como un vínculo. Clint reflexionó sobre el significado de la nota. “Esto puede parecer un mensaje bastante directo, sin romance, sin un mapa del tesoro pirata. Pero piensen en lo que significaba para el chico de 14 años… ¡que la envió en los 70! Los sueños de adónde viajaría, dónde podría terminar, quién podría encontrarla”, escribió, y continuó: «después de quién sabe cuántos viajes por el Atlántico Norte, pasando junto a ballenas y cargueros, brillando bajo la aurora boreal, terminó en una isla exterior muy poco habitada de las Bahamas y descansó al sol mientras líderes mundiales y guerras iban y venían, la música y la moda subían y bajaban. En algún momento, mi hermano y yo nacimos, crecimos, fuimos a la escuela, nos casamos y tuvimos hijos. Y durante todo ese tiempo, este mensaje esperaba ser encontrado». También dijo que «este mensaje esconde mucho más de lo que uno podría imaginar con solo leerlo. Siempre pienso que lo más importante de estos mensajes no es su antigüedad ni lo lejos que han viajado. Es la gente del otro lado».
Decididos a averiguar quién lo había escrito, los hermanos recurrieron a las redes sociales. Con la ayuda de la periodista bostoniana Emily Maher, localizaron a Thompson, quien ahora vive en Leominster, Massachusetts. Perplejo, el autor de la nota solo atinó a decir que “Han pasado casi 50 años. Es una gran sorpresa”.