En Londres, existe una heladería que ofrece sabores insólitos, incluyendo uno con sabor a cebolla que es parte de un proyecto de helados como aceite de oliva y frijoles. Un sitio  menciona a un heladero argentino, Alejandro Fubini, que tiene una fábrica de helados.y vende medio millón de litros de helado artesanal al año. Él dejó su trabajo en el mundo techie para dedicarse a la producción de helados artesanales, y se ha destacado por ofrecer sabores inusuales, como el de papa frita y “viagra”.  

Fubini soñaba con ser su propio jefe y encontró una oportunidad en el mercado londinense para ofrecer helado artesanal de calidad. Su marca, Ice Cream Union, se ha hecho conocida por la calidad de sus productos, incluyendo el helado de dulce de leche, uno de los más pedidos. ¿El precio? Casi 15 dólares la libra. 

“Se puede hacer helado de lo que quieras”, explica Alejandro. “Como trabajamos con muchos restaurantes hacemos “recetas raras para nosotros” como la papa frita, el azafrán, la lúcuma, el matcha, té japonés, roquefort… o cornflakes, del que dudé mucho y es un verdadero éxito”. 

Llegó a Londres allá por 1994, siguiendo una novia, y una oferta laboral. “Me quedé sin las dos”, recuerda. Sin embargo decidió vivir allí, donde hizo un MBA y consiguió un trabajo part time para mantener sus estudios. 

Antes de pararse frente a la cacerola, le dedicó gran parte de su vida al mundo de la tecnología. “Mi primer trabajo fue haciendo conexión de cable en los inicios de internet. Después pasé por varias empresas”, dice. Aunque siempre estaba el deseo de emprender. “Soñaba con ser mi propio jefe, y no depender de nadie. Algo que hizo mi padre, y abuelo. Noté que había una necesidad de helados buenos en Londres, y fui por eso”, recuerda. Hubo diversos intentos fallidos previos, “desde proyectos de delivery o cafes virtuales. No funcionaron, es la verdad. Ponía mis ahorros, los perdía en la inversión y tenía que volver a mi trabajo estable”. 

Sin embargo, en 2007 decidió hacer ambas actividades en simultáneo, de día en la oficina y de noche en la cocinaba en su departamento haciendo helados con fruta que le sobraba. “Los primeros meses fueron duros porque no encontrábamos la receta perfecta, tardamos unos tres veranos en dar en la tecla”. Una vez logrado invirtieron en la compra de una máquina para refrigerarlo. “:a encontramos en Ebay. La dinámica era sencilla, salíamos a buscar los ingredientes: leche, azúcar, chocolate, dulce de leche, banana, pistacho y producíamos poca cantidad”, cuenta. 

Actualmente tiene 35 empleados entre los heladeros, personal de administración y logística. Dos locales, uno en el exclusivo barrio de Chelsea y otro donde está la fábrica, en Sloane Square.