Hace doce años, China estableció su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), a menudo llamada la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. Este vasto programa global se creó originalmente para conectar mejor Asia Oriental con Europa. Años después, se implementó en otras regiones del mundo, como el Pacífico Sur, América Latina y África. A través de la Ruta BRI, China colabora con otros países para desarrollar e invertir en su infraestructura. Los proyectos han incluido carreteras, puertos, centrales eléctricas, sistemas de telecomunicaciones y aeropuertos.
La BRI ha sido un éxito para China en cuatro aspectos principales. En primer lugar, su capacidad para fortalecer su imagen mundial como una superpotencia que se preocupa profundamente por los países con necesidades de infraestructura. En segundo lugar, al ayudar a los países con su infraestructura, China tiene la oportunidad de fortalecer sus relaciones comerciales. En tercer lugar, las empresas chinas suelen participar o dirigir los proyectos de infraestructura. Y, por último, a través del programa, China compromete a los países a la cooperación y la lealtad, especialmente si tienen dificultades para pagar los préstamos o la inversión.
Desde su creación, la BRI ha invertido aproximadamente US$1,175 billones en 149 programas y organizaciones internacionales. Entre los proyectos se incluyen: una nueva zona industrial para Egipto en el Golfo de Suez y un nuevo sistema de tren eléctrico para la capital, El Cairo; el puerto de Magampura Mahinda Rajapaksa en Sri Lanka, el primer ferrocarril de alta velocidad de Indonesia; un nuevo puerto marítimo para Perú; y seis centrales hidroeléctricas en Bolivia, dos de las cuales ya están en funcionamiento. La BRI ha invertido en 53 países de África, 29 de Europa (muchos de ellos no son proyectos de infraestructura, sino acuerdos de cooperación firmados), 22 de América Latina y el Caribe, 12 del Pacífico Sur y 10 del Sudeste Asiático. En 2024, la BRI estableció un récord con US$70.700 millones en proyectos de construcción y otros US$51.000 millones en inversiones.
Mientras la BRI continúa expandiéndose, junto con la influencia de China en todo el mundo, Estados Unidos, en cambio, está retractándose de sus esfuerzos de alcance global. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha sido desmantelada. Fundada en 1961 por la administración Kennedy, USAID se concibió como un contrapeso a la influencia de la Unión Soviética y para extender lo que se conoce como “poder blando” estadounidense por todo el mundo. USAID logra esto trabajando con países para establecer programas educativos, sistemas de salud, programas que fomenten el desarrollo económico y la construcción de sistemas de energía renovable.
USAID también ayuda a los países con esfuerzos de socorro en casos de desastre, como hambrunas en África, para mitigar los conflictos en Yemen y Afganistán. Según sus publicaciones, en 2023 USAID desembolsó $79.1 mil millones en ayuda en todo el mundo, 27 por ciento para proyectos de desarrollo económico, 22.3 por ciento para salud, 21.7 por ciento para fines humanitarios. Al ayudar a los países a prosperar, Estados Unidos ha ayudado a prevenir guerras y desastres. Al financiar programas para programas de inmunización extranjeros, USAID ha salvado vidas y evitado que enfermedades ingresen a Estados Unidos. Desde su creación, USAID ha sido una herramienta importante para ayudar a Estados Unidos a difundir la democracia en todo el mundo.
A través de su Departamento de Eficiencia Gubernamental, la Administración Trump ha considerado innecesaria a USAID y ha reducido la mayor parte de su financiación, poniendo su supervisión bajo la oficina del Secretario de Estado. No se financian programas, no se atienden enfermedades, no se construyen proyectos que mejorarían la calidad de vida en otros países, y el poder blando estadounidense se ha reducido drásticamente.
En medio de lo que ocurre en USAID, se encuentra una China oportunista que ve la puerta abierta de par en par para cruzarla y capitalice su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI). Sumado a la guerra arancelaria de Estados Unidos con la mayor parte del mundo, el auge de la BRI y la caída de USAID es el acontecimiento más bienvenido para China desde su fundación. La buena voluntad internacional puede tardar años en desarrollarse y en ver los proyectos concretarse. Al cerrar USAID, Estados Unidos está echando por la borda décadas de buena voluntad en poco tiempo. Estamos demostrando al mundo que no somos un socio fiable en el que se pueda confiar a largo plazo para mejorar vidas y ayudar a los países a lograr gobiernos democráticos.
Al estar dispuesta a invertir en proyectos en otros países, China puede generar buena voluntad y expandir su diplomacia por todo el mundo, a la vez que desarrolla nuevas oportunidades comerciales en regiones lucrativas. En el mundo actual, altamente competitivo y volátil, estas oportunidades son tan valiosas como el oro.