Salvador y su esposa, Claudia, son un matrimonio muy independiente. Nacidos en una ciudad muy grande estaban de visita en casa de Martin, su hijo mayor, para ayudarlo a cuidar de todo mientras que el joven muchacho se preparaba para dar los exámenes finales de su carrera y, con eso, lograr un ascenso esperado en el trabajo.
Llegaron, se acomodaron y lo primero que Claudia quiso hacer fue prepararle algo rico a Martin, “nada como lo que hace una madre”, pensó. Tremenda sorpresa cuando abrió el refrigerador y encontró algo que parecía más un campo de batalla que comida nutritiva para estar bien cuando fuera a sus benditos exámenes.
Salvador la miró y reconoció la mirada de Claudia. Enterado de la lista de cosas que la madre pensó que faltaban le dijo: “Vamos a sorprenderlo y traemos todo, hasta la miel que se comía a escondidas cuando era chico”. El único problema era que la casa de Martín estaba apartada de las tiendas grandes. Al joven le gusta el campo y por suerte los papas se enteraron que hay un autobús que pasa varias veces al día y que, además de ser un recorrido entretenido y tener aire acondicionado y hasta internet a bordo, es muy económico.
Armados de bolsas y celulares para enterarse de los horarios caminaron hasta la parada. El autobús llego a la hora exacta que aparece en su pagina de internet SCRTD.ORG. En una media hora ya estaban en Las Cruces de compras y al atardecer ya iban de regreso… “hasta los jugos que tomaba de chico le conseguí”, le contaba Claudia a Salvador durante el recorrido.
Imagínense la sorpresa de Martin cuando llego y vio a los padres preparando una cena como en mucho tiempo no comía. “Con el autobús ya vendremos más seguido, le dijo Salvador a Martin mientras acomodaban las sillas. “Paseamos, nos entretuvimos y ahora llenamos el refrigerador”, comento Salvador. Claudia, mirando la sonrisa en la cara de su hijo Martin pensó “Valió la pena” …