Los funcionarios del gobierno de Trump y los demócratas en el Congreso no pueden ponerse de acuerdo en casi nada, pero comparten la misma preocupación en cuanto a Latinoamérica: que Rusia tratará de influir en las próximas elecciones en México, Colombia y otros países de la región.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, dijo el martes después de regresar de una gira por cinco países latinoamericanos que “vemos algunas de las huellas dactilares de Rusia en las elecciones de Europa” y “estamos viendo una actividad similar en este hemisferio”.
Tillerson no citó ningún país latinoamericano específico, pero el senador demócrata Ben Cardin (D-Md) –un miembro destacado del Comité de Relaciones Exteriores del Senado– me dijo en una entrevista el miércoles que no tiene dudas de que el presidente ruso, Vladimir Putin, intentará interferir en las elecciones de este año en México y Colombia.
Cardin dio a conocer recientemente un informe de 206 páginas de la bancada demócrata del Comité de Relaciones Exteriores del Senado sobre los esfuerzos de Rusia para influir en las elecciones de Estados Unidos de 2016, y en varias elecciones europeas.
Cuando le pregunté a Cardin si encontró algún indicio de que Rusia podría intentar hacer algo similar en México, donde el candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador lidera en las encuestas para las elecciones del 1 de julio, el senador respondió: “Esperamos ver algo así en México y en otros países en el hemisferio”. Agregó que a Putin “le gustaría tener un gobierno en México que no sea amigo de Estados Unidos”.
Cardin citó la interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016, que –a pesar de los esfuerzos del presidente Trump por restarle importancia– ha sido confirmada públicamente por 16 agencias de inteligencia estadounidenses y el propio director de la CIA, Mike Pompeo, nombrado por Trump.
Lo que está haciendo Rusia “no es solo un ataque al proceso electoral de Estados Unidos en 2016, o un ataque potencial para influir en las elecciones de México. Es un plan general para atacar a las instituciones democráticas, para permitir que se cree un vacío de poder en el que la influencia del Sr. Putin pueda ser mayor”, me dijo Cardin.
Según el informe del Senado de Cardin, las operaciones de desinformación de Rusia incluyen noticias falsas deliberadamente difundidas por los medios estatales rusos Russia Today (RT) y Sputnik.
Además, el informe se refiere a “granjas de noticias falsas”, como la Agencia de Investigación de Internet (IRA) de San Petersburgo. IRA emplea a cientos de jóvenes rusos que trabajan en turnos de doce horas, y se espera que cada uno publique 5 noticias políticas, 10 no políticas –para establecer credibilidad– y hasta 200 comentarios por día, dice el informe.
Yo soy usualmente escéptico sobre los informes sobre interferencia extranjera en las elecciones, pero este me parece bastante serio. Excepto el propio Trump –quien por algún motivo que ojalá algún día salga a la luz hace lo imposible por defender a Putin– tanto los republicanos como los demócratas con acceso a informes de inteligencia coinciden en que Rusia está tratando de sembrar desinformación para debilitar a Estados Unidos y otras democracias.
Las propias compañías tecnológicas lo admiten. Facebook admitió recientemente que las noticias y publicidades falsas de grupos respaldados por el Kremlin llegaron a 126 millones de estadounidenses y posiblemente a millones de otros en otros países durante el periodo electoral. Y Twitter dijo que los robots manejados por Rusia reprodujeron unas 500,000 veces los tuits de Trump en los últimos meses antes de las elecciones de 2016.
Para ser claros, no creo que el candidato izquierdista de México, López Obrador, tenga nada que ver con esto. Sería estúpido de su parte vincularse siquiera remotamente con la maquinaria de noticias falsas de Rusia.
Pero habría que exigirles a Facebook, Twitter y otras compañías tecnológicas que se hagan responsables por el provecho económico que han sacado de noticias falsas como las de Rusia, y que las eliminen de ahora en más. De lo contrario, las redes sociales seguirán creando estragos en las elecciones de México y Colombia, como ya lo han hecho en Estados Unidos.