La Isla de la Quemada Grande, también conocida como Isla de las Cobras es una isla pequeña en la costa del Brasil. Allí vive una especie de serpiente de las más venenosas del mundo. Las leyendas locales dicen que hay cinco serpientes por cada yarda cuadrada. Se considera en peligro de extinción ya que no tiene ningún otro hábitat, y podría ser eliminada por los incendios forestales. Los planes para construir una plantación de plátanos en la isla fracasaron y la Marina de Brasil prohíbe a los civiles entrar en la isla, aunque los científicos a veces reciben permisos. ​ 

Esta aterradora isla brasileña tiene la mayor concentración de serpientes venenosas del mundo. 

El veneno de estas víboras puede matar a una persona en menos de una hora, y numerosas leyendas locales cuentan el terrible destino que aguardaba a quienes deambulaban por las costas de la “Isla de las Serpientes”. Aunque algunos afirman que las serpientes fueron introducidas en la isla por piratas con la esperanza de proteger su oro, en realidad, la densa población de serpientes de la isla evolucionó durante miles de años, sin intervención humana. Hace unos 11.000 años, el nivel del mar subió lo suficiente como para aislarla del Brasil continental, lo que provocó que las especies de serpientes que vivían en la isla —que probablemente eran yararás— evolucionaran de forma diferente a sus congéneres continentales. Las serpientes que quedaron varadas en Ilha da Queimada Grande no tenían depredadores terrestres, lo que les permitía reproducirse rápidamente. Las víboras doradas no pueden rastrear a las aves que muerden, por lo que desarrollaron un veneno increíblemente potente y eficiente, de tres a cinco veces más fuerte que el de cualquier serpiente continental, capaz de matar a la mayoría de las presas (y de derretir carne humana) casi al instante. 

Debido al peligro, el gobierno brasileño controla estrictamente las visitas. El veneno de la serpiente puede causar insuficiencia renal, necrosis del tejido muscular, hemorragia cerebral y hemorragia intestinal. Algunos científicos también creen que el veneno de serpiente podría ser una herramienta útil en la industria farmacéutica.  

Debido a la demanda del mercado negro por parte de científicos y coleccionistas de animales, se sabe que contrabandistas de fauna silvestre, conocidos como biopiratas, también visitan ‘Ilha da Queimada Grande’. Atrapan serpientes y las venden ilegalmente; una sola punta de lanza dorada puede costar entre 10.000 y 30.000 dólares. La serpiente está actualmente clasificada como en peligro crítico de extinción en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.