Con una mezcla de acentos que delatan un pasado argentino y mucho tiempo en nuestra frontera, Jorge Georgetti comparte una parte importante de su juventud junto a Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. 

-¿Cómo conoció al Papa? 

Fue en Buenos Aires. Yo era joven… unos 24 años más o menos. Lo acompañaba y aprendí mucho de su forma de ser y las cosas que lo motivaban. 

-¿Cómo qué? 

Eran tiempos muy difíciles. Había un gobierno militar que pensaba que los religiosos que se metían en las partes pobres de las ciudades lo hacían por ideas políticas. No era nuestro caso, pero esto no lo hacía menos riesgoso. A Francisco lo movía un sentimiento de compasión inmensa solo superado por su humildad y bajo perfil característicos. 

-¿Y siempre fue tan sonriente? 

Él era muy serio, bastante adusto sería una buena forma de describirlo. Yo pienso que siempre se tomó su tarea muy seriamente. Me acuerdo las veces que viajaba en el “subte” (Metro) como cualquier otra persona  para llegar a hospitales con enfermos de SIDA y lavarles los pies.  

-¿Alguna vez se le ocurrió que ese hombre llegaría a ser Papa? 

Sabía que estaba frene a un ser muy especial. Su mente abierta le permitió estar en radio y televisión con los jerarcas del judaísmo o musulmanes, hablando de igual a igual con todos. Eso me hacía pensar que se trataba de una persona con características poco comunes. Cuando se esperaba una decisión sobre quién sería el nuevo Papa miré en la televisión el humo negro y dormí con el mismo suspenso que nos invadía a todos. Confieso que tuve un sueño donde alguien me decía que el Papa seria argentino. Cuando desperté vi las imágenes del humo blanco y enseguida la frase en latín “Habemus Papam”. Imaginen lo que fue cuando ese hombre que conocí en Argentina, y con quien alguna vez tomé mate, se transformaba en el Papa Francisco, el primer Papa latinoamericano.  

-¿Y qué hace hoy en día tan lejos de Buenos Aires? 

Sigo sirviendo a la gente en diferentes capacidades. Hace poco me desempeñé en el área de atención a víctimas en la oficina del Procurador de Distrito. Hoy en día tengo una iglesia humilde en El Paso donde recibimos a gente muy necesitada, algunos son adictos en recuperación. Hay quienes me llaman Reverendo George, otros Jorge y los que me conocen desde tiempo atrás me preguntan por Estudiantes de La Plata, mi equipo favorito del futbol argentino. Creo que no importa donde uno esté, siempre hay oportunidades para estar presentes en la vida de los menos afortunados.  

-¿Cuándo lo vio por última vez? 

Lo vi en persona por última vez cerca del Día de Acción de Gracias el año pasado. Intercambiamos unas palabras y me preguntó que hago en la actualidad. Le conté que estoy en la frontera y que trabajo ayudando a personas que tienen problemas serios de adicciones. Le conté que oficio en el Sanctuary of Our Lady of Abandoned en El Paso. Me habló en una mezcla de italiano y español y, antes de despedirse, me bendijo. Meses más tarde, frente a su pérdida, y con su ejemplo de inmensa humildad e inspiración de nobleza, seguiré viendo al Papa Francisco como un recuerdo inolvidable.