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La China que puede decir no y pelear 

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La China que puede decir no y pelear 

El drama en las relaciones entre Estados Unidos y China es cotidiano, y estamos presenciando el surgimiento de una China con gran potencial. Recientemente, China anunció controles más estrictos sobre la exportación de tierras raras. Estos son elementos críticos que se utilizan en la producción de componentes electrónicos en productos como automóviles, computadoras y equipo militar. China produce aproximadamente el 70 % de las tierras raras extraídas del mundo y aproximadamente el 90 % de las tierras raras refinadas del mundo. Otros países, como Canadá, poseen enormes reservas de tierras raras; sin embargo, China ha invertido miles de millones para ampliar su producción. Otros países tardarían años en crear la infraestructura de producción necesaria para igualar la producción actual de China. 

Al reforzar el control de las exportaciones de estos productos, la seguridad nacional de Estados Unidos podría verse en riesgo. En respuesta a la acción de China, el presidente Trump anunció que impondría aranceles del 100 % a las importaciones chinas a partir de noviembre. Durante los últimos años, y hasta la fecha, el gobierno estadounidense ha utilizado su influencia para restringir la exportación de los chips y equipos informáticos más avanzados a China, con el fin de evitar que este país supere a Estados Unidos en diversas industrias de alta tecnología. Esta restricción se aplica no solo a las empresas estadounidenses, sino también a las extranjeras que comercian con China. Al restringir su exportación de minerales de tierras raras, China podría controlar la cadena de suministro de todos los chips y equipos de alta tecnología. 

Durante su anuncio de aranceles del 100 %, Trump también exigió que China compre más soja estadounidense y ayude a frenar el flujo de fentanilo desde ese país hacia Norteamérica. Según Trump, China “tiene que darnos cosas” para reducir la escalada de la guerra comercial en curso. Además, anunció que estaba considerando cancelar una reunión programada con Xi, prevista para la cumbre de la APEC a finales de octubre. Este anuncio afectó negativamente al mercado bursátil estadounidense, creando así aún más incertidumbre económica. 

China ha impuesto aranceles recíprocos a las importaciones estadounidenses. Quizás más importante aún, China ha restringido estratégicamente la compra de productos agrícolas como la soja de Estados Unidos. Esto está afectando duramente a la comunidad agrícola estadounidense, muchos de cuyos miembros ayudaron a reelegir a Trump. Los productores de soja han dependido en gran medida de las exportaciones chinas para ganarse la vida, y trasladar las exportaciones a otros países ha resultado difícil. Mientras tanto, China ha comenzado a comprar soja de otros países, como Brasil, para compensar la reducción de las importaciones estadounidenses. 

China continuó incrementando su apuesta a la reciprocidad con las tasas portuarias que Estados Unidos impone a sus buques chinos, imponiendo tasas a los buques construidos u operados por Estados Unidos. Quizás aún más perjudicial, China anunció que comenzará a cobrar tasas a las empresas que tengan una inversión del 25 % de origen estadounidense. También prohibirá a las empresas chinas hacer negocios con cinco divisiones de las operaciones estadounidenses de la mega naviera Hanwha. Hanwha anunció recientemente su intención de construir buques cisterna para transportar combustible. Este último anuncio podría restringir los componentes y materiales críticos que Hanwha-US necesita para lanzar este programa. 

En una entrevista del 19 de octubre, al presidente Trump se le preguntó si los aranceles del 100 % a las importaciones chinas eran sostenibles. Él respondió: « No lo son, pero esa es la cifra ». También indicó que algunos aranceles podrían aumentar hasta el 157 %. Durante la entrevista, Trump también cambió su postura sobre la reunión con Xi, reconociendo que, efectivamente, se reunirán durante la cumbre de la APEC. 

Si la estrategia estadounidense se basa en presionar a China para que ceda a sus exigencias, esta estrategia parece estar fracasando. Durante el segundo trimestre de este año, el PIB de China creció un 5,2 %, ligeramente por debajo del 5,4 % del año pasado. En comparación, la economía estadounidense creció un 3,8 % durante los dos primeros trimestres de este año. La economía china enfrenta muchos desafíos, especialmente el exceso de capacidad de producción. Sin embargo, a pesar de estos problemas y de los problemas adicionales que plantean los aranceles, controles y sanciones estadounidenses, su economía sigue creciendo. 

El enfoque errático de Trump en materia comercial y diplomática con China está debilitando la influencia de Estados Unidos sobre ese país. Pekín debe estar considerando la última amenaza arancelaria de Trump como una amenaza vacía, dados sus anteriores reveses. Xi sabe que la imposición de aranceles del 100 % en todos los ámbitos afectaría gravemente a una amplia variedad de industrias estadounidenses, lo que presionaría a Trump para que los derogue. Xi debe interpretar la aquiescencia de Trump a reunirse con él como una señal de que Estados Unidos se ha acorralado sin otra salida. Lo que estamos presenciando es una China que sabe decir que no y que contraataca con firmeza. 

Las últimas acciones de ambos países indican que una guerra comercial puede adoptar diversas formas, no solo aranceles. De hecho, no considero que lo que está sucediendo entre Estados Unidos y China sea solo una guerra comercial. Es una guerra de dominio, con la capacidad de dictar la visión de cada país a nivel mundial. Hay mucho en juego entre estos dos países, y parece que ambos se enfrentarán hasta el final para ganar.