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Bataan

Fueron más de 8 mil cuatrocientos participantes los que fueron parte en el homenaje a las víctimas de la crueldad en la Segunda Guerra Mundial, más precisamente en 1942. Soldados estadounidenses y filipinos, capturados por las fuerzas japonesas, fueron forzados a cruzar casi 70 millas a pie, sin agua ni provisiones, en medio de torturas y ejecuciones sumarias.

En su edición número 29, la Marcha del Recuerdo de la caminata de la Muerte de Bataan, Filipinas, continuó creciendo y acrecentó la participación llegando a cifras record.

Agradecemos a las autoridades militares por las fotografías del evento y aclaramos que existe amplia documentación, testimonios y fotografías sobre el tema. Debido a lo despiadado y fuerte de los mismos, Camino Real se abstiene de publicarlos. Una búsqueda en internet los muestra con toda su crudeza.

Un poco de historia

La Marcha de la muerte de Bataán fue una marcha forzada de alrededor de 76.000 prisioneros de guerra y civiles filipinos y estadounidenses que fueron capturados por los japoneses en Filipinas el mes de abril de 1942, durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde la punta sur de la península de Bataán, los presos hambrientos y maltratados fueron obligados a caminar casi 60 millas hasta un campo de prisioneros. La marcha se caracterizó por una serie de abusos físicos y matanzas que resultaron en la muerte de varios miles de prisioneros, tanto civiles como militares. Al finalizar la guerra, esta marcha fue catalogada como un crimen de guerra por parte de la comisión militar aliada

La caída de Malaca y Singapur condujeron directamente al colapso de las Indias Orientales HolandesasBirmania fue conquistada en pocas semanas y la marea japonesa llegó a las fronteras de la India. En cuanto a los Estados Unidos, las perspectivas militares no eran menos sombrías, y el 6 de mayo, tras una desesperada defensa de la península de Bataán y la isla de Corregidor que duró tres meses, la resistencia filipina y estadounidense llegó a su fin.

La moral de los hombres enfermos y mal alimentados cayó en picado con la partida del general Douglas MacArthur, comandante en jefe de las Fuerzas del Ejército de Estados Unidos en Extremo Oriente, el 12 de marzo de 1942. Con su traslado hacia Australia por órdenes del alto mando militar, quedó claro que las fuerzas en Filipinas no recibirían refuerzos a tiempo. Las fuerzas en Bataán se rindieron el 3 de abril de 1942.

La marcha

Un mes después de la partida de McArthur, y varios días después de la rendición de las tropas, 64 000 prisioneros filipinos y 12 000 prisioneros estadounidenses iniciaron una marcha de 60 millas, desde Mariveles hasta San Fernando. Como los japoneses solo tenían previsto capturar 25 000 combatientes, no existía la logística necesaria para trasladar a los más de 75 000 prisioneros. La primera atrocidad de la marcha se dio tras la rendición, cuando aproximadamente 450 oficiales filipinos fueron ejecutados de forma sumaria. Debido a la pobre preparación de los japoneses, los prisioneros no recibieron comida durante los tres primeros días, y solo se les permitó tomar agua sucia de los charcos que había a los lados del camino, lo que llevó a la muerte de muchos prisioneros antes de que llegasen a Balanga. Además, los soldados japoneses golpeaban y atacaban a bayonetazos a aquellos que se quedaban atrás, o no podían caminar. Una vez en Balanga, las pobres condiciones higiénicas y la falta de atención médica favorecieron la propagación de enfermedades y la muerte de más prisioneros. Camino a San Fernando las condiciones fueron similares y con más y más prisioneros incapaces de continuar, se establecieron «equipos de limpieza» que mataban a aquellos demasiado débiles para continuar la marcha. Los camiones de transporte de las tropas también atropellaban a los que se desvanecían en el camino. Desde San Fernando se envió a los prisioneros hasta Capas en ferrocarril, metiendo aproximadamente 100 soldados por vagón, en condiciones infrahumanas. Una vez en Capas, tuvieron que caminar 9 kilómetros más hasta el Campo O’Donnell. Se estima que durante la marcha entre 7 mil y 10 mil hombres murieron debido a la desnutrición, enfermedad o malos tratos.