El nuevo pronóstico del FMI sobre Venezuela

Cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció su pronóstico de que la tasa de inflación en Venezuela alcanzará el 1 millón por ciento anual este año, me pregunté si esto se debe a que el país tiene el gobierno más inepto del mundo, o si –por el contrario– está siguiendo una política deliberada de alentar la emigración en masa de los críticos del gobierno.
Probablemente comenzó siendo lo primero, pero estoy empezando a pensar que el régimen del presidente Nicolás Maduro ha decidido que es una buena estrategia política permitir que la economía colapse aún más y empuje a millones más de gente descontenta a emigrar del país.
Después de todo, Cuba, el aliado más cercano de Venezuela, hizo precisamente eso hace cinco décadas, y su dictadura aún está en el poder. La limpieza política, o el vaciamiento humano del país, podría ayudar a Maduro.
Se estima que más de 3 millones de venezolanos, alrededor del diez por ciento de la población, abandonaron el país desde que el fallecido autócrata populista Hugo Chávez asumió el cargo en 1999.
La debacle de Venezuela es la mayor crisis humanitaria auto-infligida de la historia reciente. Según las nuevas estimaciones del FMI dadas a conocer el 23 de julio, el crecimiento económico del país se reducirá en un 18 por ciento este año, y habrá disminuido en un 50 por ciento en los últimos cuatro años. Eso seguirá impulsando a un gran número de venezolanos a emigrar al extranjero, dice el FMI.
Cuando entrevisté al director del FMI para América Latina, Alejandro Werner, horas después de que se publicara su pronóstico sobre la debacle de Venezuela, me dijo que ese país “es realmente un caso que casi no se ha visto en ninguna economía en el mundo en los últimos 50 años”. Agregó que “tal vez hay diez casos de contracciones económicas de esta envergadura, pero muchos de ellos están asociados con guerras o desastres naturales”.
La hiperinflación venezolana solo se puede comparar con la crisis inflacionaria de Alemania en 1923 y con las tasas de inflación de Zimbabwe en 2008, señaló. Hay una escasez generalizada de alimentos y medicinas, y el venezolano promedio ha perdido 7 kilos de peso el año pasado, dijo.
Werner me dijo que la situación es “insostenible”, pero es difícil predecir cuándo comenzará a revertirse si no hay medidas gubernamentales drásticas para restaurar la confianza en el país.
El reciente anuncio de Maduro sobre la creación de una nueva cripto-moneda, el Petro, “básicamente fue una idea fallida”, me señaló.
Algunos especulan que Maduro dolarizará la economía, como hicieron Argentina, Ecuador y Zimbabwe en sus respectivas crisis inflacionarias. Pero Werner me dijo que esto tampoco sería suficiente para revertir la caída económica del país.
Mientras la producción de petróleo de Venezuela siga siendo la mitad de lo que era y no haya medidas gubernamentales para alentar las inversiones, “la dolarización tampoco es una solución en un entorno en el cual los fundamentos del deterioro económico van a seguir allí”, señaló.
¿Qué piensa de la teoría de que Maduro podría estar permitiendo deliberadamente que la economía se siga hundiendo, para que millones más de personas descontentas salgan del país, y el régimen se pueda quedar con una masa dócil que depende de los subsidios alimentarios del gobierno?, le pregunté a Werner.
“Eso es terreno especulativo, en el cual obviamente la institución donde yo trabajo no es la adecuada para contestar esa pregunta”, respondió.
Mi opinión: Maduro puede haber llegado a la conclusión de que la única manera de mantenerse en el poder por tiempo indefinido es hacer que la gente más critica de su gobierno se vaya del país, y comience a enviar dinero a sus familiares desde el extranjero.
Como el salario mínimo de Venezuela es de apenas poco más de un dólar al mes –sí, leyeron bien– solo le toma a los exiliados enviar 20 o 30 dólares por mes para alimentar a sus familias en Venezuela.
Es cierto que suena como una teoría descabellada, pero el colapso de Venezuela podría ya no deberse solo a una incompetencia total del gobierno, sino a un plan intencional de vaciamiento poblacional para beneficio político de Maduro.

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