Hay quienes especulan de que la guerra comercial del presidente Donald Trump con China podría ser una bendición para México y otros países latinoamericanos, porque podrían aprovechar el conflicto para aumentar sus exportaciones a estos dos gigantes de la economía mundial. Pero creo que, por el contrario, una guerra comercial prolongada perjudicaría a la región no solo económicamente, sino también políticamente.
Es cierto que México podría aumentar sus exportaciones de productos electrónicos al mercado estadounidense, y Argentina podría aumentar sus exportaciones de soja a China si sigue la escalada de sanciones aduaneras entre Washington y Pekín.
Algunas compañías multinacionales, como Fuling Global Inc. de China, que vende vasos de papel a restaurantes de Estados Unidos, ya han anunciado planes para trasladar sus fábricas a México.
Pero eso es solo una parte de la historia. La mayoría de los economistas coinciden en que una guerra comercial prolongada desacelerará el crecimiento económico de Estados Unidos y China. Y eso haría que Estados Unidos y China compren menos productos de otros países, incluyendo de México y el resto de América Latina.
“Nadie estaría a salvo de una prolongada guerra comercial”, dice Alberto Bernal, analista jefe de XPSecurities. “Sería como una gran inundación: algunos países quedarían más inundados que otros, pero todos estaríamos bajo agua”.
Según Oxford Economics, el crecimiento económico de China y Estados Unidos se reduciría en un 0.8 por ciento y 0.3 por ciento respectivamente este año si ambos países llevan a cabo sus aumentos de aranceles.
China ha anunciado que aumentará sus aranceles a productos de Estados Unidos por un valor de $60,000 millones, en represalia al anuncio de Trump de aumentar las tarifas a importaciones de China por valor de $200,000 millones.
Pero otros economistas señalan que las consecuencias de una prolongada guerra comercial serían mucho peores que las previsiones de Oxford Economics, porque estas no tienen en cuenta los efectos secundarios de las sanciones comerciales.
XPSecurities estima que una prolongada guerra comercial podría llevar a una recesión en Estados Unidos en 2020 y arrastraría a México a una tasa de crecimiento negativa de -2 por ciento el próximo año.
El bajón se debería entre otras cosas a que si Estados Unidos y China continúan aumentando sus sanciones comerciales, China podría ponerle más restricciones a las corporaciones estadounidenses que operan en China. Eso produciría una caída mayúscula de la bolsa de Estados Unidos, y de las bolsas mundiales.
Los países latinoamericanos se verían también perjudicados por el hecho de que, en tiempos de incertidumbre, la gente corre a comprar dólares. Eso debilita las monedas latinoamericanas, obliga a los países a subir sus tasas de interés y hace caer su crecimiento económico.
Pero, si bien todo esto puede ser evitado si se llega a un acuerdo comercial entre Estados Unidos y China, Trump ya ha causado un enorme daño político al haber abandonado el papel tradicional de Estados Unidos como defensor mundial del libre comercio.
Lo que es más, Trump le está dando munición política a los populistas latinoamericanos. La semana pasada, la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien estaría considerando presentarse en las elecciones presidenciales de octubre, citó las políticas proteccionistas de Trump como una validación de sus propias políticas económicas durante sus años en el poder.
“Miren a Estados Unidos: su economía vuela”, dijo Fernández de Kirchner durante la presentación de su libro el 9 de mayo. Refiriéndose al nacionalismo económico de Trump, la ex presidenta agregó que Argentina debería regresar a las políticas de un “mercado interno fuerte” de su presidencia, sin mencionar que ella heredó una bonanza económica y dejó al país en bancarrota.
Salvo un colapso del comercio mundial, el peor impacto del nacionalismo económico de Trump podría ser político. Trump está validando las políticas proteccionistas de los líderes que cierran sus mercados para beneficiar a sus empresarios amigos, al costo de reducir la competitividad de sus países, elevar los precios para los consumidores y aumentar las oportunidades de corrupción.
Cuando Cristina Fernández de Kirchner elogia las políticas económicas de Trump, es hora de que todo el mundo se preocupe.