¿Cómo sigue mi gente? El Zorro, su amigo que dice cosas que otros no se atreven a por lo menos preguntar, vuelve a la carga después de haber salido un poco de la región unos días. Medio obligado, de polizón con poco dinero, llegó a una ciudad a pocas horas de distancia solo para encontrarse con un centenar de humanos vestidos como soldados, con banderas confederadas y armas larguiiiiiiisimas colgadas “al aire libre”, juntos alrededor de una estatua. La idea parecía ser intimidar a los demás para que ni se acerquen. El Zorro se preguntó que hubiera pasado si los “otros” hubieran hecho exactamente lo mismo, o sea ponerse enfrente, banderas, gritos y armas colgadas. Ya ni importa de quien es el bendito monumento, lo que importa es que hay quienes hablan como dueños de la verdad y ganan algo manteniendo ellos este desorden y falta de respeto de la ley… El Zorro los miró con miedo y pena. En la selva las cosas son diferentes. La selva no le pertenece a nadie, es de todos. Los grandes cuidan a los chicos y los más fuertes protegen a los más débiles. “Aquí es al revés”, pensó. Los humanos no se cuidan entre ellos y encima los ponen a pelear. Los jefes los miran de lejos aprovechándose de que los demás no se dan cuenta que peleados no se hacen más fuertes, son más débiles.
Los humanos discutimos todo. Aún no nos ponemos de acuerdo de que hay un calentamiento derritiendo los polos ni aunque nos muestren a los pobres osos nadando entre los pedazos de hielo que aún quedan. Ahora los huracanes vienen de a dos y los incendios de bosques se ven desde satélites en el espacio. Mientras tanto nosotros seguimos discutiéndole a los que de veras saben, los que nos dicen que, si no nos alcanzó con casi 200 mil muertos, podemos seguir haciendo las cosas a medias y esperar que se mueran más por no haberse querido poner un cubrebocas, o armar borlote con los de la puerta en el súper onda “a-mí-nadie-me-dice-que-hacer”. Hasta un virus microscópico se ríe de los humanos… ¡como que nos estuviera mirando para seguir metiéndose entre los que arman fiestas o piensan que es como un resfrío! Somos una especie de “bocadillo”. Un manjar para el “enemigo invisible” que se aprovecha de nuestra ignorancia. El corona no mira Facebook ni le importa si las cosas están abiertas o cerradas, solo brinca de uno a otro sin piedad pues no tenemos ni la disciplina para aguantarnos dos o tres semanas en casa o lavarnos las manos sin hacernos los vivos entre nosotros para después usar el alcohol en gel correcto para que el remedio no sea peor que un veneno. La cosa se hubiera aplacado o casi desaparecido en unas semanas. No lo hicimos y ahora damos lástima y no nos dejan entrar en la mitad del mundo. ¿Ya van cuántas semanas, o meses?
Como dice el dicho, nos sale más caro el caldo que las albóndigas. Gente que perece no haber terminado ni el kinder se pone a discutir cómo se deben leer los datos para decir que los muertos están bien, que los médicos, todos juntos, están en equipo con Gates, Soros y Fauci para ponernos chips y controlar nuestras mentes… ya bájenle tantito y no sean egoístas. Firmen que si se enferman no van a llamar a ambulancias, no van a ir a un hospital y se la van a aguantar -si pueden- sin poner a en riesgo a los demás contagiándolos o costándoles un dineral.
Por favor, basta de política barata justo antes de una elección. Esto es asunto de política sanitaria. Ya basta de hacer de todo un motivo para dividir a la gente y aprendamos de los que saben más, en vez de callarlos con nuestra inmensa pequeñez. Y, por favor, saquen la vacuna cuando esté realmente lista. Hace meses se decía que las vacunas son malas y ahora los mismos andan pidiéndolas a los gritos. O sea… ¿quién entiende a los humanos?