POR ISMAEL CALA
Mientras más se acerca diciembre, más gente quiere “que se termine ya 2020”, el año que nos cambió la vida. Está bien, no pasa nada si atribuimos simbolismo a un año determinado, pero cuidado con las fijaciones, porque corremos el riesgo de poner todo el acento en lo exterior. Y lo más peligroso, en lo que está completamente fuera de nuestro control.
Incluso, lo más probable es que 2021, alejado de la mística del 20-20, sea un período similar, aunque con mejorías. Los procesos sanitarios y económicos no se resuelven de la noche a la mañana. Después de la tormenta vendrá la calma, pero calma no es sinónimo de “todo resuelto”, sino de reconstrucción —material y mental—, el reset que necesitamos para seguir adelante.
Pensar que el 1 de enero desaparecerán automáticamente los problemas que el Covid-19 ha ocasionado, es casi una ilusión. Eso sí, debemos ponernos en marcha para convertir 2021 en el mejor año de nuestras vidas… hasta ahora. No será fácil establecer nuevos objetivos, cuando este año no hemos podido cumplir la mayoría, por las razones conocidas.
Sin embargo, en esa reestructuración es donde podremos evaluar detenidamente los efectos (negativos y positivos) de la pandemia en nuestras vidas, las metas rezagadas en el camino, las pérdidas humanas y materiales sufridas y las enseñanzas de cada decisión adoptada.
Por eso, antes de cerrar cada año, convoco a un grupo de expertos para diseñar el próximo camino. Esta vez será virtual, bajo el nombre de “Manifiesta tu destino en cuerpo y alma”, del 11 al 13 de diciembre. No podremos viajar a las bellas playas de Riviera Maya o Punta Cana, pero sí hacer que la belleza se manifieste en el aprendizaje y el diseño de metas viables para 2021.
Coincido plenamente con Jennifer López, quien dijo recientemente al recibir el Premio E! People’s Choice: “Este año fue el gran nivelador. Nos mostró lo que importaba, y lo que no. Y para mí, subrayó lo que más importa, las personas”. Y a continuación habló de sus metas permanentes: “ayudarnos, amarnos, ser amables entre nosotros”.
Me encanta que las estrellas asuman un discurso resiliente. Así animan a los demás a apreciar los acontecimientos con otros ojos, a despegarse de lo exterior para centrarse en el yo interior, en el nosotros, que es lo que de verdad importa. Y así seguiremos avanzando, por más que 2020, ya casi en sus postrimerías, pretenda dejarnos un sabor amargo.