Publicado en septiembre de 2020
Allan Lichtman, el historiador estrella que pronostico la victoria electoral de Donald Trump en 2016 contra los vaticinios de prácticamente todas las encuestas, generó grandes titulares con su nueva profecía de que Trump perderá las elecciones del 3 de noviembre. Pero en una entrevista que le hice pocos días atrás, Lichtman me sorprendió con varias otras predicciones audaces.
Lichtman, que se enorgullece de haber acertado en sus pronósticos de los ganadores de todas las elecciones presidenciales de Estados Unidos desde 1984, me dijo que lo más probable es que los demócratas también ganen el Senado.
Me dijo que no le presta atención a las encuestas, sino a un método de 13 tendencias económicas y políticas que él creo. El candidato que tiene la mayoría de estos factores a su favor es el probable ganador, afirma.
Cuando le pregunté si no pueden pasar cosas entre ahora y el día de las elecciones que le hagan cambiar su pronóstico, me dijo que ni los próximos debates presidenciales ni la selección de Kamala Harris como candidata demócrata a la vicepresidencia harán diferencia en el resultado de las elecciones.
Y la estrategia de Trump por pintar a Biden como un “socialista” no funcionará, me dijo Lichtman. Biden es un moderado y tiene un historial de muchas décadas.
En cambio, el desastroso manejo de Trump de la pandemia de COVID-19, la crisis económica, los escándalos recurrentes y el creciente malestar racial en el país inclinaran la mayoría de las 13 tendencias en contra del presidente, me dijo Lichtman.
Cuando le pregunte que pasaría si se equivoca y Trump gana, Lichtman me dijo que sería “muy peligroso para el país. Si Trump gana de nuevo, temo por el futuro de la democracia estadounidense”.
Pero lo que más me llamó la atención durante la entrevista fue la preocupación de Lichtman de que Trump pueda intentar manipular las elecciones suprimiendo los votos de las minorías o invalidando los votos por correo. Según una encuesta reciente de ABC News-Washington Post, más del doble de demócratas que republicanos planean votar por correo debido a la pandemia de COVID-19.
Trump está tratando de “denigrar la votación por correo, tal vez incluso tratando de obstaculizar la capacidad de la oficina de correos para entregar boletas”, me dijo Lichtman.
Pero Lichtman predice que Trump difícilmente podrá quedarse en la Casa Blanca y aducir un fraude electoral si pierde. Si hay una crisis constitucional, “entonces el Servicio Secreto lo escoltará fuera de la Casa Blanca. Su mandato termina constitucionalmente el 20 de enero y no hay nada que él pueda hacer para cambiar eso”, dijo.
No me atrevo a predecir, como Lichtman, que Trump perderá las elecciones. Pueden pasar muchas cosas de aquí al día de las elecciones. Pero estoy de acuerdo con él en que, si Trump intenta manipular las elecciones para evitar una posible derrota, lo más probable es que las instituciones estadounidenses prevalecerán.
La razón por la que soy optimista al respecto es que tanto la Corte Suprema como las fuerzas armadas de Estados Unidos le enviaron recientemente mensajes sutiles, pero claros, a Trump de que no va a poder usurpar todos los poderes.
A pesar de su mayoría conservadora, la Corte Suprema, que sería el árbitro de última instancia en caso de una elección impugnada, recientemente falló en contra del pedido de Trump de que no se les permita a los fiscales de Nueva York obtener sus registros financieros.
Y el general Mark A. Milley, el jefe militar de mayor rango en Estados Unidos, se disculpó públicamente en un video del 11 de junio por haber acompañado a Trump a sacarse una foto ante una iglesia con una Biblia en la mano después de que las fuerzas de seguridad lanzaran gases lacrimógenos contra manifestantes pacíficos en Washington D.C.
Para mí, ambos eventos, que no están relacionados entre sí, fueron mensajes no tan sutiles a Trump de que Estados Unidos es un país con separación de poderes, y no es Rusia ni una República Bananera donde el presidente hace lo que quiere. Creo y espero que, si hay una crisis constitucional postelectoral, las instituciones de Estados Unidos prevalecerán y demostrarán que este no es un país de hombres fuertes, sino de instituciones fuertes.