Sé que la pregunta está en tu mente: ¿qué haremos con la Navidad y el Año Muevo en medio de una pandemia?
En otra época escribiría sobre las metas del año que viene, pero ya ni siquiera sabemos qué pedir a las 12. Siendo honesta, desearía dar una patada a 2020, tan fuerte que llegara al Polo Norte y allí se desapareciera, sin dejar ningún rastro. Que se llevara todo su dolor, todas las muertes que ocasionó, todas las familias que destruyó, todo el duelo que creó y los negocios que quebró.
Realmente, estoy furiosa con el año viejo, pero eso no resuelve nada. Mi rabia con el Covid-19 tiene una gran energía, pero la debo utilizar para lograr varias cosas:
Volver a la naturaleza, caminar por la playa, el bosque y las montañas. En fin, buscar energía positiva y paz en la madre Tierra.
Dedicarme más tiempo a mí misma, a leer libros, oír buena música y tomar el control de mi tiempo. Tenemos que concentrarnos y enfocarnos, cuidar la mente y el cuerpo. Lo anterior y meditar son la respuesta.
Hablaría con esos amigos que te llenan de paz, que de verdad te aman, con cuya compañía puedes ser tú estando con ellos.
Bailaría mucho, haría yoga, abrazaría a mi nieto perruno y lo llevaría al parque para disfrutar su alegría y la de sus amiguitos.
Vería muchas películas, pero las que te llenan de esperanza y fe en los seres humanos; jamás aquellas repletas de violencia, que matan a los que se sientan en la primera fila.
Sacaría tiempo para hablar y pasear con mi hija, haría unas palomitas de maíz para comerlas mientras vemos Gilmore Girls, por tercera vez.
Bailar con el hombre que amo, en nuestra habitación, imaginando una fiesta de fin de año, como antes. Me quedaría en la cama el día entero para que se me quite el maldito frío que hace en Miami y me haga el amor.
Compraría las famosas 12 uvas, y pediría 12 deseos: que el Covid-19 se quede en el Polo Norte congelado. Que Dios se apiade de nosotros y nos devuelva la paz, la esperanza y la luz al final del túnel. Pero, sobre todo, que nos devuelva los valores, los principios, el amor al otro, la justicia social, la sinceridad, la transparencia, la salud y el deseo de seguir luchando para replantearnos nuestras vidas y trabajos.
En China, según alguien me dijo, la palabra crisis se escribe igual que oportunidad. Resumiendo, cada crisis te puede hundir o destruir, pero también te puede empujar a manejar tu vida y tus sueños. A emprender algo nuevo que te llene de alegría y, sobre todo, que te llene por dentro, que te devuelva la sonrisa y el deseo de vivir.
Sigue comiendo uvas y visualizando tu futuro. Recuerda: si lo puedes imaginar, lo puedes lograr. Feliz Navidad y Año Nuevo.