¡INSÓLITO! Guerras Ridículas

Santos Gutiérrez, futuro presidente de Boyacá -hoy parte de Colombia- cursó estudios en la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica; allí conoció a Josefina, su enamorada belga. En sus planes estaba casarse y, una vez convertida en su esposa, llevarla consigo en su viaje de regreso a Boyacá, pero los padres de Josefina no aprobaron la relación y se opusieron al matrimonio. 

Sin esposa y humillado por los belgas, Santos Gutiérrez regresó al país, donde despechado y absolutamente fúrico, escribió una misiva declarándole la guerra al Reino de Bélgica. 

Los belgas ni por enterados se dieron puesto que, debido a lo ineficiente que era el correo de la época Boyacá está en la cordillera oriental de los Andes la misiva nunca llegó y se extravió. 

El caso es que en 1988 el gobierno belga y el entonces gobernador de Boyacá protagonizaron los titulares al firmar un armisticio para sellar la “paz”. Asistieron a la ceremonia los embajadores de China, Países Bajos y Marruecos. 

Además, el gobierno de Bélgica pagó $160 millones de pesos colombianos como “indemnización” de guerra, poniéndole fin a un conflicto en el que no se disparó ni una sola bala. 

Otro caso es el conocido como “La guerra del Balde” entre dos ciudades-Estado de la Italia medieval: Bolonia y Módena. La una era güelfa (apoyaba al Papa), la otra era gibelina (partidaria del emperador). Una tropa de soldados de Módena invadió Bolonia para robar un balde de roble en pleno centro de la ciudad. En medio de toda la tensión que existía entre ambas, Bolonia se sintió profundamente humillada y exigió el retorno del dichoso balde. Módena se negó. La guerra duró años, y si bien el balde fue un pretexto en medio de miles de razones, la batalla de Zappolipo puede considerarse efectuada por la recuperación del balde. Después de 12 años, Módena se quedó con él. 

Finalmente, conocida en Honduras y El Salvador como guerra de las Cien Horas y en El Salvador como guerra de Legítima Defensa, fue un conflicto que El Salvador gana militarmente, pero no políticamente. 

El nombre se tomó del inglés: Football War o Soccer War, debido a la coincidencia con un partido de fútbol que el 26 de junio de 1969 enfrentó a las selecciones nacionales de El Salvador y Honduras, con motivo de la clasificación para la Copa Mundial de Fútbol de 1970. Lo cierto es que el gobierno de Honduras había emprendido una expropiación masiva de terratenientes salvadoreños ilegalmente en su país por el creciente descontento de los campesinos connacionales sin tierras. La afición futbolera ayudó mucho a que los ánimos escalaran. Entre el 14 al 30 de julio murieron cerca de 2,000 personas. Ambos bandos utilizaron aviones obsoletos veteranos de la Segunda Guerra Mundial. 

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