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POR ANDRÉS OPPENHEIMER
Para detener el espiral de violencia en Haití y evitar una nueva crisis migratoria de impacto regional, el presidente Joe Biden debería revertir cuanto antes la desastrosa decisión del ex presidente Donald Trump de 2017 por la cual se dejó sin fondos a las fuerzas de paz de las Naciones Unidas en ese país.
Es cierto que han habido cinco misiones de las Naciones Unidas en Haití durante los últimos 30 años y ninguna de ellas pudo crear las condiciones para una democracia estable en el país.
Sin embargo, hay una creencia cada vez más generalizada en la comunidad diplomática internacional, especialmente tras el asesinato del presidente el 7 de julio, de que Haití es actualmente ingobernable y que solo una nueva misión paz de la ONU o un consorcio de naciones amigas puede supervisar elecciones justas y ayudar a establecer un gobierno democrático.
El Ministro de Relaciones Exteriores de la Republica Dominicana, Roberto Álvarez, cuyo país comparte la isla Hispaniola con Haití, me dijo en una entrevista telefónica que “se necesita una presencia internacional robusta en Haití”.
Álvarez me dijo que “en Haití hay un peligro de ‘Somalización’ que puede afectar la paz y la seguridad de toda la región”. Se estaba refiriendo al periodo de ingobernabilidad, guerras tribales, y crisis migratorias que destrozo a Somalia en las décadas de 1980 y 1990.
En Haití, “las pandillas han crecido numéricamente de una manera impresionante, y han comprado armamentos poderosos, por lo que están adquiriendo un poder territorial importantísimo”, me dijo el canciller. “Está ocurriendo un proceso de autonomía política de estas pandillas. Es la primera vez que está ocurriendo eso a este nivel en Haití”.
Mientras escribo estas líneas, hay gran confusión sobre quien gobierna en Haití. El primer ministro saliente Claude Joseph y el primer ministro designado Ariel Henry afirman ser el legítimo jefe de estado, y no hay un parlamento en funciones.
El canciller dominicano no quiso explayarse sobre si la presencia internacional que propone debería ser liderada por las Naciones Unidas o por un consorcio de naciones. Cualquiera sea el caso, debería ir por invitación del gobierno haitiano, señaló.
Muchos diplomáticos que han vivido en Haití me dicen que solo la ONU tiene la experiencia en el terreno para poder pacificar el país.
Edmond Mulet, un diplomático guatemalteco que dirigió dos veces las fuerzas de paz de las Naciones Unidas, MINUSTAH, en Haití, en 2006 y nuevamente en 2010, me dijo que lo que se necesita ahora es resucitar la misión de paz de la ONU en Haití después de que Trump corto los fondos para sus 9.000 efectivos en 2017 y causo su disolución.
La medida de Trump “fue una decisión equivocada”, me dijo Mulet. “Fue una retirada prematura, porque la presencia disuasiva de las tropas de paz de la ONU en Haití era muy importante”, agrego.
Mulet me dijo que las tropas de paz nunca tuvieron una oportunidad real de hacer bien su trabajo, entre otras cosas, siempre fueron retiradas prematuramente, y nunca tuvieron un mandato fuerte.
Durante sus periodos como jefe de la MINUSTAH en Haití, Mulet no estaba autorizado a realizar operaciones de seguridad sin coordinación con la Policía Nacional de Haití, algunos de cuyos oficiales estaban confabulados con las pandillas, señaló.
“Lo que se necesita en Haití es una misión de largo plazo, de 15 o 20 años, con un mandato ejecutivo”, me dijo Mulet.
Otros expertos en Haití como George A. Fauriol, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington D.C., apoyan la idea de una misión de la ONU de más corto plazo, como la de organizar las próximas elecciones y ayudar a que asuma un gobierno electo.
De todas maneras, para prevenir una catástrofe humanitaria, Biden debería impulsar una nueva misión de paz de la ONU con poderes más amplios. Trump cometió un grave error con Haití, y Biden debería reparar urgentemente el daño.